miércoles, 27 de febrero de 2013

La conquista: Pedro de Alvarado

Pedro de Alvarado (1485?-1541), natural de Badajoz, en Extremadura (España), fué uno de los capitanes más ilustres del Siglo XVI.

Después de participar en la colonización de Cuba, acompañó a Juan de Grijalba en la exploración del litoral del golfo de México y como segundo jefe a Hernán Cortéz en la conquista del imperio Azteca, donde acreditó su valor temerario, su don de mando y un corazón más duro que la obsidiana misma.

A este conquistador español, al que los indios de Tlaxcala dieron el nombre de Tonatiuh (el sol), confió Hernán Cortez la conquista de las naciones civilizadas de Guatemala y El Salvador.

De fines de febrero a principios de junio de 1524 él conquistó a los Quichés, Cakchiqueles, Tzutuhiles de Atitlán, Pipiles de Escuintla y Xincas de Guazacapán, y ante su espíritu ávido de aventura, gloria y riqueza, se mostró una poderosa nación indiana: la nación Pipil.

Alvarado, al mando de 150 infantes, 100 caballeros españoles, más obra de 5 ó 6 mil indios auxiliares, ocupó sin resistencia el pueblo de Mochizalco (6 de junio de 1524).
El día siguiente partió y llegó a Acatepeque, población que previamente habían abandonado sus moradores ante la noticia de las crueldades de los conquistadores.

El 8 de junio de 1524, en las proximidades de Acajutla, se libró una sangrienta batalla, la más sangrienta de la conquista. El ejército pipil fue completamente aniquilado: "y rompimos por ellos -relata el propio Alvarado-, y fue tan grande el destrozo que en ellos hicimos que en poco tiempo no había ninguno de todos los que salieron vivos". Sin embargo, no fue facil la victoria de las armas españolas, pues perecieron también muchos indios auxiliares, algunos soldados españoles y el propio Tonatiuh recibió un flechazo en el muslo de la pierna izquierda, lanzado por el príncipe Atonal, que lo mantuvo durante ocho meses en trance de muerte y que lo dejó cojo para toda la vida, teniendo que usar, para no parecerlo, una suela de cuatro dedos de corcho.

Allí, los invasores permanecieron cinco días descansando y curándose de las heridas y el 13 de junio de 1524 avanzaron sobre Tacuzcalco donde los pipiles presentaron un segundo y más poderoso ejército.

"Cabalgué en un caballo como pude -dice Alvarado, pro mejor poder dar orden como se acometiesen, y ví que había un cuerpo de gente de guerra, toda hecha una batalla de enemigos". y en seguida afirma que confió la dirección del combate a sus hermanos: por el flanco izquierdo Gómez de Alvarado, con 30 de caballo; por el flanco derecho Gonzalo de Alvarado, con 20 de caballo y por el centro Jorge de Alvarado, con el grueso de la tropa. El ejército pipil, numerosísimo, dice el jefe conquistador que verlo "era para espantar, porque tenían todos los más lanzas de treinta palmos todas enarboladas; y yo me puse en cerro por ver bien como se hacía, y vi que llegaron todos los españoles hasta... los indios, y que ni los indios huían ni los españoles acometían; que yo estuve espantado de los indios que así osaron esperar". Nuevamente, según las propias palabras del conquistador ibero, "aquí se hizo muy grande matanza y castigo".

Dos días después marchó a Miahuatlán; luego a Ateos, donde recibió mensajeros de los señores de Cuzcatlán, y finalmente penetró en esta ciudad el 17 de junio de 1524 donde, según sus propias palabras, halló "todo el pueblo alzado, y mientras nos aposentábamos, no quedó hombre de ellos en el pueblo, que todos se fueron a las sierras".

Iracundo, Alvarado atacó a los pipiles infructosamente en las serranías: allí perdió once caballos, algunos españoles y muchos indios auxiliares y lo que es más importante aún: su calidad de capitán invicto. En efecto: Tonatiuh confiesa así su derrota en la capital de lo pipiles.:

     "Sobre estos indios de Cuzcatlán, que estuve diecisiete días, que nunca por entradas que mandé hacer, ni por mensajeros que les hice, como he dicho, los pude atraer, por la mucha espesura de los montes y grandes sierras y quebradas y otras muchas fuerzas que tenían".

    "Acordeme -agrega- volver a esta ciudad de Guatemala, y de pacificar de nuevo la tierra que atrás dejaba (los pipiles de los Izalcos), y por cuanto hice y en ello trabajé nunca los pude atraer al servicio de su majestad; porque toda esta costa del sur, por donde fui es muy montosa, y las sierras cerca, donde tienen el acogida".
     Alvarado, cuyo firme propósito era pasar en Cuzcatlán la estación de las lluvias y cuya herida en Acajutla lo ratificaba n ese propósito, salió huyendo de la metrópoli de los pipiles el 4 de julio de 1524.

    En la primera confrontacion histórica, Cuzcatlán había triunfado sobre España...

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